Llegada de El Niño constituye una amenaza y una oportunidad para pequeños agricultores

El Nino PotatoEl devastador episodio de El Niño que se estima sobrevendrá en los próximos meses probablemente tendrá efectos significativos, tanto positivos como negativos, en los cultivos de papa de todo el mundo. Pero los investigadores del CIP están utilizando desde ahora estrategias para ayudar a contrarrestar las pérdidas y maximizar los rendimientos, de cara a un conjunto de variables desconocidas.

El nombre completo de este fenómeno climático es El Niño/Southern Oscillation o ENSO. Se caracteriza por aumentos y disminuciones periódicas en las temperaturas de la superficie del mar en la zona ecuatorial central y centro oriental del Océano Pacífico, dice Roberto Quiroz, líder del centro de excelencia de intensificación de sistemas de cultivo y cambio climático del CIP, que busca la interacción entre el clima y la agricultura. Cuando las temperaturas aumentan, se le conoce como ciclo de El Niño; cuando bajan, es la fase de La Niña.

En términos generales, en una fase de El Niño “en algunos lugares habrá más lluvia y en otros, más sequía”, añade. Y sin embargo hay curiosidades en los pronósticos de este año: por un lado se espera más humedad de la normal en el sur de los Andes, al sur de Perú y Bolivia, un resultado pronosticado que no coincide con las condiciones más secas asociadas históricamente con eventos de El Niño en el pasado.

“A medida que cambia la composición de la atmósfera de la Tierra, estamos experimentando más eventos [climáticos] extremos tanto en términos de frecuencia como de intensidad”, explica Quiroz. Estos extremos climáticos pueden intensificar los efectos de eventos naturales como ENSO.

Si bien es imposible decir exactamente cómo se desenvolverá este evento de El Niño, las estrategias centenarias practicadas por los pequeños agricultores en los Andes ofrecen modelos de adaptación de los que los investigadores y agricultores pueden aprender a medida que avanza la temporada de invierno.

Cuando llegué de Panamá hace 27 años, me di cuenta de que los agricultores en América Central no enfrentaban los desafíos que encaran los agricultores en las altiplanicies andinas, prosigue Quiroz. “Aquí los eventos extremos son una constante”, refiere.

Por ejemplo,  las granizadas, heladas y otros fenómenos extremos afectan a los cultivos todos los años en los Andes, pero debido a que los agricultores esperan que ocurran, planifican “usar una cartera de opciones”, desde la siembra a diferentes alturas hasta sembrar una serie de cultivos que no solo se rotan con las estaciones sino que también toman en cuenta los cambios climáticos bruscos, una práctica conocida como “cultivos en mezcla”.

Los agricultores “saben que hay una diferencia de dos a tres grados entre la cima de una colina y el fondo” y siembran los cultivos más resistentes más abajo, informa. O pueden sembrar variedades precoces en un lugar y las más tardías en otros lugares. Incluso si una helada inusualmente temprana afecta los rendimientos de las variedades precoces, las de floración tardía o intermedia podrían ayudar a compensar las pérdidas.

A través de estos esfuerzos, “la capacidad de recuperación está integrada en el sistema”, afirma. Y esa capacidad de resistencia podría significar la diferencia entre la vida y la muerte para quienes dependen de los agricultores para alimentarse.  Con este fin, es imperativo que los agricultores de papa presten atención a sus pronósticos locales cuando planifican sus plantaciones y cosechas de invierno.

En última instancia, el objetivo es aprender a “manejar la incertidumbre” en este ciclo de El Niño y en el cambiante clima global en general.

“Un mal año para la papa”, por ejemplo, “podría ser un buen año para la ganadería”, reconoce Quiroz.

“El mundo ahora está hablando de la agricultura climáticamente inteligente”, señala Quiroz. “Hay mucho que podemos aprender de los expertos. Necesitamos la sabiduría de la tradición así como lo que la ciencia nos dice”.

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