Impulsando el desarrollo de camotes nutritivos para los centroamericanos

Se estima que dos mil millones de personas sufren deficiencias de micronutrientes, razón por la cual los centros de investigación CGIAR  trabajan con programas agrícolas nacionales en la biofortificación: el mejoramiento de un cultivo básico para aumentar el contenido de vitaminas y minerales esenciales.

Un ejemplo es el trabajo del Centro Internacional de la Papa (CIP) en el desarrollo y la promoción de camote de pulpa anaranjada biofortificado para combatir una de las formas más peligrosas de desnutrición: la deficiencia de vitamina A. Dicha deficiencia no solo debilita el sistema inmunológico de los niños pequeños, lo que aumenta su riesgo de muerte por infecciones o enfermedades comunes, sino que también es una de las principales causas de ceguera prevenible, lo que deja entre 250 000 y 500 000 niños ciegos cada año. Sin embargo, un camote pequeño de pulpa anaranjada puede satisfacer las necesidades diarias de vitamina A de un niño en edad preescolar.

Participantes e instructores del taller.

El camote también es altamente productivo, puede crecer en suelos marginales y es resistente al cambio climático, lo que lo hace un excelente cultivo de seguridad alimentaria. Por lo tanto, el CIP se ha asociado con programas gubernamentales en África, Asia y América Latina para desarrollar variedades robustas y resilientes de camote de pulpa anaranjada y ayudar a las familias en riesgo de desnutrición a sembrarlas.

Un taller para técnicos de laboratorio de los institutos nacionales de investigación agrícola de Guatemala, Honduras y El Salvador sobre procedimientos para analizar el contenido nutricional de los camotes fue parte de un esfuerzo más amplio para utilizar la biofortificación para reducir la deficiencia de vitamina A y otros tipos de desnutrición en América Central. Según la ONU, América Latina y el Caribe (ALC) representaba el 7,4 % de la desnutrición mundial en 2021. Según el Programa Mundial de Alimentos (WFP), la inseguridad alimentaria afecta a aproximadamente 9,7 millones de personas en Centroamérica, donde la cifra va en aumento debido a una combinación de sequías cada vez más intensas y altas precipitaciones durante la temporada de huracanes, fenómenos meteorológicos relacionados con el cambio climático. Además, Guatemala y Honduras se encuentran entre los cinco países de ALC con mayor prevalencia de desnutrición.

El curso fue el último segmento de un programa de capacitación lanzado en 2020 con financiamiento de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea del Sur (KOICA) y coordinado por la Oficina Regional del WFP para ALC, en colaboración con el Centro Internacional de Agricultura Tropical y HarvestPlus ALC. El programa incluyó cursos sobre el mejoramiento del camote, como ayudar a los productores de camote biofortificado a acceder a nuevos mercados y como comunicar la importancia de dicho cultivo al público.

“Espero que estos cursos conduzcan a un mayor cultivo y consumo de camote biofortificado y a la creación de cadenas de valor sostenibles”, dijo Bettina Heider, la científica del CIP quien organizó el programa. “Los objetivos finales son reducir la desnutrición en niños y mujeres en edad reproductiva y mejorar los medios de vida de los pequeños agricultores”, explicó.

Compartir conocimiento

Participantes e instructores del taller.

Según la bióloga y nutricionista Gabriela Burgos, los científicos del CIP han pasado años adaptando tecnologías para evaluar el valor nutricional de los camotes y las papas, lo que facilita el proceso de mejoramiento y selección de variedades biofortificadas.

“Para los técnicos de laboratorio que dirigieron este taller, fue un placer enseñar estas técnicas al personal de los gobiernos y que sabemos compartirán ese conocimiento con colegas en sus respectivos países”, dijo.

Según Eric Aguilar, Coordinador del Programa de Tecnología de Alimentos del Instituto de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (ICTA) de Guatemala, el ICTA actualmente no tiene la capacidad para analizar el contenido nutricional, pero planea establecer un laboratorio para el análisis nutricional, para lo cual el taller lo ha preparado.

Gracia de Chávez, Jefa del Laboratorio de Química Agrícola del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA) de El Salvador, comentó: “He aprendido a hacer análisis que no hemos hecho en el CENTA y voy a enseñarles a mis colegas”.

Reducir la desnutrición

Narciso Meza, Jefe del Programa Nacional de Investigación de la Dirección de Tecnología Agropecuaria de la Secretaria de Agricultura y Ganadería de Honduras (SAG – DICTA), explicó que el CIP ha enviado camotes y papas biofortificados a SAG – DICTA para su uso en mejoramiento o evaluación para liberación como variedades. Según Meza, SAG – DICTA lanzará dos variedades de camote de pulpa anaranjada seleccionadas de dicho material este año. Añadió que SAG – DICTA ha liberado variedades biofortificadas de otros cultivos a partir de material proporcionado por los Centros CGIAR.

Lupita Tello del ICTA con camote biofortificado.

“La cooperación con CGIAR es muy valiosa para nuestras organizaciones. Antes, nuestro objetivo fue desarrollar variedades de alto rendimiento, pero hoy en día estamos más enfocados en la resiliencia y la nutrición, para ayudar a los pequeños agricultores a superar los desafíos del cambio climático y la desnutrición”, dijo Meza.

Tanto ICTA como CENTA han lanzado variedades de camote de pulpa anaranjada biofortificadas, en 2017 y 2019 respectivamente, dos de las cuales se venden en los supermercados más grandes de Guatemala.

Según Lupita Tello, Coordinadora de la Unidad de Divulgación del ICTA: “Las variedades biofortificadas están creando buenas oportunidades para que los agricultores produzcan comida más nutritiva para consumir y hasta vender para cubrir otras necesidades familiares. Con ello estaríamos contribuyendo a reducir los índices de desnutrición e inseguridad alimentaria en nuestro país”.

Heider señaló que, si bien el COVID-19 obligó al CIP a cambiar el cronograma del programa de capacitación e impartir la mayoría de los cursos en línea, el programa tuvo éxito. “Una ventaja de los cursos virtuales es que todas las sesiones se graban, por lo que los participantes pueden revisar la información en cualquier momento”, dijo.

“Espero que podamos realizar más de estos cursos. La transferencia de conocimientos y la capacitación son medios poderosos para tener un impacto, y los sistemas nacionales de investigación agrícola son socios extremadamente importantes para llegar a los agricultores, los formuladores de políticas y el público en general y para lograr un impacto a nivel nacional y de los hogares agrícolas”, afirmó Heider.

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