Opinión desde el campo: Desafíos de la agricultura internacional
Por décadas los programas internacionales de investigación y desarrollo (I+D) agrícola han proporcionado ciencia, conocimientos técnicos y prácticas. El objetivo fundamental ha sido ayudar a millones de personas del mundo en desarrollo a aumentar su producción de alimentos, reducir la pobreza rural, mejorar la salud y la nutrición y fortalecer la seguridad alimentaria. Y si bien los profesionales de I+D y los formuladores de políticas suelen ver estos temas como interrelacionados entre sí, la seguridad alimentaria por sí sola es multidimensional, y la interacción de la disponibilidad, acceso, uso y estabilidad/vulnerabilidad de los alimentos no ha sido siempre bien entendida ni apoyada por las políticas enfocadas en la reducción de la pobreza y el fortalecimiento de los medios de subsistencia sostenibles. Esto ha dificultado la creación de soluciones a largo plazo para fortalecer la seguridad alimentaria. El desafío de la vulnerabilidad alimentaria se cierne de forma particularmente grande sobre un tipo de agroecología ampliamente distribuido en América Latina, África y Asia: los sistemas agrícolas de montañas tropicales. Dichas áreas a menudo están asociadas a poblaciones de minorías étnicas que son extremadamente dependientes de los cultivos de raíces y tubérculos (CRT), que hacen frente a la marginalidad económica, las dificultades del terreno, los fenómenos climáticos extremos y el limitado acceso a los mercados. Otras áreas que encaran estos desafíos del desarrollo son las tierras bajas propensas a desastres del sur y sudeste de Asia y ciertas poblaciones isleñas del sudeste de Asia, el Pacífico y el Caribe donde los CRT conforman en gran medida las estrategias de seguridad alimentaria y supervivencia de las comunidades costeras. En conjunto, estas son algunas de las zonas de pobreza más intensa del planeta, con altas tasas de desnutrición y niveles debilitantes de migración. Además, los datos muestran que el incremento de la prosperidad económica no llega a los pobres del campo, y que la prosperidad económica de la sociedad por sí sola no es suficiente para acelerar la reducción del hambre y la desnutrición de las poblaciones vulnerables.
Aplicación de un enfoque de sistemas alimentarios resistentes para fortalecer la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores
El programa estratégico de Sistemas Alimentarios Resilientes del CIP busca comprender mejor las dinámicas de la vulnerabilidad alimentaria y cómo reducirla para fortalecer la seguridad alimentaria. El programa examina formas de poner en práctica el concepto dinámico de vulnerabilidad alimentaria como parte de la I+D agrícola a fin de desarrollar un marco para su análisis y para el diseño de intervenciones de resiliencia. En este programa nuestro trabajo consiste en analizar los temas de vulnerabilidad alimentaria en diferentes contextos de zonas de los Andes y del Asia que son únicas y comunes entre las diversas agroecologías de camote y de papa y de aquellos que dependen de ellos. El CIP evalúa y diseña la investigación de las intervenciones para reducir la vulnerabilidad en áreas vulnerables específicas en las que ya ha adquirido experiencia en innovación de la seguridad alimentaria. Además de este trabajo se proponen modelos de I+D orientados a generar mayor impacto y sensibles a la retroalimentación experimental. A su vez, el perfeccionamiento de los enfoques de seguridad alimentaria, la investigación de las intervenciones con los socios y el mejoramiento de su puesta en funcionamiento contribuirán a una agenda de investigación que esté más enfocada y sea más sensible a la seguridad alimentaria, en la que el CIP pueda integrarse en sus otros programas. El programa de Sistemas Alimentarios Resistentes también responde a la necesidad de flexibilidad para llevar proyectos a escala, medir sus impactos y usar sus lecciones para ajustar y enriquecer las actividades y prioridades de investigación.
Alianzas y asociaciones más sólidas para enriquecer y sustentar el impacto
Dos proyectos recientemente terminados ponen de relieve la efectividad del programa de Sistemas Alimentarios Resilientes. En Asia, el proyecto FoodSTART, de cuatro años, prestó atención primordial a la vulnerabilidad alimentaria en diferentes niveles de la jerarquía de la seguridad alimentaria: individual, familiar, comunitario, provincial y nacional. El marco ha guiado la aplicación de la Metodología de Evaluación General para caracterizar el papel que cumplen los CRT en la seguridad alimentaria de la región asiática. También ha realizado importantes avances en la traducción de los hallazgos de la investigación en productos útiles para el desarrollo a gran escala. El CIP ha pasado de un paradigma impulsado por la ciencia, que genera resultados de investigación y los entrega a los socios, a un enfoque más específico y equilibrado impulsado por la demanda y la oferta. Este modelo de proceso ofrece excelentes bases para abordar el nuevo enfoque de la seguridad alimentaria y, especialmente, los aspectos dinámicos de la vulnerabilidad y la resiliencia de la disponibilidad, acceso y utilización de los alimentos. El proyecto IssAndes, finalizado en 2014, promovió la interacción entre la agricultura, la nutrición y la salud como un factor clave en las áreas rurales. El proyecto trabajó para generar resultados de acuerdo a cinco dimensiones del problema de seguridad alimentaria: disponibilidad (variedades de papa nativa con mejores rendimientos y calidad); acceso (mejora de los ingresos por la calidad de la producción); uso (papas nativas con mayores micronutrientes); estabilidad (mejores respuestas a las plagas y enfermedades y al cambio climático); e institucional (espacios públicos comprometidos y leyes de apoyo). El proyecto analizó las relaciones entre las características de la producción agrícola y la nutrición de los niños pequeños de las familias de los Andes y contribuyó a desarrollar índices compuestos de vulnerabilidad, correlaciones espaciales y riesgos para la inseguridad alimentaria y de nutrición en los Andes. La mayor parte de esas áreas de investigación involucraron colaboración interdisciplinaria; muchas han incluido innovación en métodos participativos que fomentaron el capital intelectual e hicieron importantes contribuciones a los sistemas de innovación. El proyecto desarrolló, apoyó y monitoreó redes y alianzas procedentes de diversos sectores públicos y privados, especialmente del desarrollo de cadenas de valor.