Prefacio
Como se espera que la población mundial alcance los 10 mil millones para 2050 y que el cambio climático ya desafía nuestra capacidad para producir suficientes alimentos, la necesidad de una transformación sostenible de los sistemas agroalimentarios nunca ha sido tan grande.
La COVID-19 ha expuesto la fragilidad de las cadenas de suministro globales y ha subrayado la urgencia de inyectar innovación en la forma en que producimos, transportamos y consumimos alimentos. Ha puesto a prueba la resiliencia de las poblaciones y sistemas en todo el mundo. Las proyecciones indican que hasta 161 millones más personas enfrentaron hambre en 2020, lo que eleva el número de desnutridos a 811 millones. El costo de los alimentos nutritivos, junto con niveles persistentemente altos de desigualdad en los ingresos, ponen las dietas saludables fuera del alcance de alrededor de 3 mil millones de personas.
La pandemia subraya la urgencia de transformar los sistemas alimentarios para lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y poner dietas saludables al alcance de todos. La Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas de este año ofrece una oportunidad de realizar un poderoso esfuerzo global para incorporar una mayor resiliencia en nuestros sistemas agroalimentarios y producir alimentos más nutritivos con menos recursos. El éxito pondría al mundo en una vía más sostenible.
La transformación de los sistemas agroalimentarios de raíces y tubérculos —la base de la seguridad alimentaria de más de 300 millones de personas en Asia, África y América Latina— debería ser un componente esencial de este proceso. Estos cultivos, cada vez más importantes en el desarrollo de respuestas al cambio climático, el crecimiento de la población y la urbanización, aportan micronutrientes esenciales para las madres y los niños pequeños, en particular en los trópicos húmedos de África, donde proporcionan entre el 25 y el 57% de la ingesta calórica diaria.
El Centro Internacional de la Papa (CIP) está aprovechando el potencial de la papa y el camote para impulsar la seguridad alimentaria y nutricional, catalizar oportunidades de ingresos inclusivos y reducir el uso excesivo de agroquímicos, así como para convertir áreas naturales en tierras de cultivo. Este informe, estructurado bajo los encabezados de Construir, Innovar y Transformar, ofrece ejemplos de nuestros logros clave. Ilustra el papel esencial de las asociaciones con gobiernos, empresas, ONGs, organizaciones internacionales e instituciones de investigación para permitir la investigación de vanguardia y la adopción de innovaciones a gran escala.
Con la creciente demanda de papa en Asia, el CIP se asoció con la empresa holandesa HZPC para desarrollar papas muy comercializables y adaptadas al trópico, potenciando su experiencia en la entrega de semillas de calidad. En Perú, una nueva investigación demostró la efectividad de las papas bio-enriquecidas con hierro para reducir la anemia. Con los ensayos que avanzan en Etiopía, India y Ruanda, esta tecnología está posicionada para impulsar sustancialmente nuestro conjunto de herramientas de nutrición.
Gracias a que cierra la brecha entre la ciencia innovadora y la adopción por parte de los agricultores, el desarrollo liderado por el CIP de herramientas sensibles al género está guiando los programas de mejoramiento en el mundo para poner las necesidades de mujeres y hombres agricultores y consumidores en el centro del escenario. La combinación de los avances científicos con la agricultura de conservación para intensificar la producción de arroz y papa de manera sostenible está generando más alimentos y mayores ingresos para las comunidades agrícolas en varios estados de la India.
Desde 2010, las intervenciones dirigidas han llegado a unos 9 millones de hogares, mejorando la diversidad de la dieta, la seguridad alimentaria y los medios de vida. Las nuevas alianzas con agencias humanitarias, como el Programa Mundial de Alimentos, han estimulado la resiliencia en ambientes frágiles, llegando a 300.000 personas en 2020. Y las colaboraciones retomadas en Malawi están desarrollando las capacidades de cientos de miles de agricultores para producir alimentos más nutritivos.
Estos logros han sido posibles gracias al compromiso del personal y los socios y a la generosidad de nuestros patrocinadores. A pesar de los estragos causados por la COVID-19, el personal ha desempeñado un papel importante en la prestación de servicios para las comunidades de escasos recursos y en la construcción de Un CGIAR. Al celebrar el 50 aniversario del CIP, dedicamos las próximas páginas a su papel en el CGIAR y a 11 innovaciones clave desarrolladas desde sus inicios. En esta nueva organización audaz, esperamos poder ofrecer soluciones más integrales y sostenibles a los complejos retos de un mundo cada vez más interdependiente.