Por qué el Día del Agricultor es importante para el CIP

Por qué el Día del Agricultor es importante para el CIP

Investigación científica e innovación tecnológica generada por el Centro contribuye a mejorar condiciones de vida de agricultores en países en desarrollo

 

Foto Cristina - 02

 

El Día del Agricultor es una buena oportunidad para que la población reconozca la importante contribución de mujeres y hombres del campo en el desarrollo agrícola, enfrentando muchas veces  una serie de factores adversos —como el clima, las plagas y enfermedades, el escaso financiamiento, canales de mercado poco desarrollados, los precios, etc.— para obtener buenas cosechas y crianzas, responde Cristina Fonseca cuando se le pide su opinión sobre esta celebración, tan tradicional en el Perú.

 

“Permite reconocer el rol de abastecedores de alimentos para las grandes ciudades que cumplen los agricultores, lo cual además de ser la base de la seguridad alimentaria, posibilita también el desarrollo de nuestra rica gastronomía, reconocida internacionalmente y de la cual los peruanos estamos orgullosos”, añade.  

 

Cristina actualmente es investigadora asociada del Centro de Excelencia de Ciencias Sociales y de la Salud y Sistema de Innovación del CIP, y tiene una larga trayectoria de trabajo con comunidades campesinas andinas no solo del Perú, sino de Ecuador, Colombia y Bolivia, a través de su participación en diversos proyectos como INCOPA/Papa Andina, Cambio Andino e IssAndes, y actualmente en un nuevo proyecto: InpAndes, de integración transfronteriza entre Perú y Bolivia.

 

Precisamente, en uno de esos proyectos recogió los testimonios de un grupo de agricultores que apoyaron la innovación del procesamiento de la tunta o chuño blanco en Ilave, Puno, por el proyecto INCOPA/ Papa Andina en 2010, y hubo uno que la impactó tremendamente:

 

“Ahora sé cómo capacitar a otros, gracias a los ingenieros de Incopa, Pronamchcs y los de agricultura; les hablo sobre la tunta, enseño a los que no han participado (…) algunos me dicen profesor, porque me ven salir con mi maleta, esa que me dieron para cumplir mi trabajo como promotor, allí llevo todo mi material, para capacitar como me capacitaron y también les hablo de mis experiencias diarias, de mis logros con la tunta, ¿qué tal si me hubiese hecho estudiar mi padre?, yo le pedí que me haga estudiar, he llorado, pero no quería, cuánto sabría ahora”.

 

El testimonio corresponde a Constantino Lauracio, de 47 años, con 5to de primaria. “Conmueve comprobar la gran satisfacción que experimentan los agricultores al desarrollar   la capacitación horizontal, o de agricultor a agricultor”, denominada “Yachakchis” en quechua, indica.

 

Foto Cristina- 01Esta es una de las metodologías aplicadas por el CIP que, a juicio de Cristina, más ha contribuido —y sigue contribuyendo— a mejorar las condiciones de vida de mujeres y hombres agricultores en los países en desarrollo.

 

Añade que de igual importancia son las  metodologías de selección participativa de variedades. “Estas, involucran a agricultores y agricultoras de las zonas productoras de papa en la innovación orientada al mejoramiento genético, en base a las cuales se promueven alianzas con grupos de agricultores organizados, fitomejoradores e investigadores sociales del CIP y técnicos locales, por un lapso aproximado de cinco campañas agrícolas”, explica.

 

“Esta metodología permite generar nuevas variedades de papa, con resistencia enfermedades, de alta productividad, y buena adaptación a diferentes zonas agroecológicas, cuya adopción por  los agricultores es más factible; además, les aportan beneficios económicos por su comercialización. Ejemplo de ellas en el Perú son: Canchán INIA, Amarilis, Única, Serranita, y otras de reciente liberación como Pallay Poncho y Kawsay”, reseña.

 

Siguiendo con la línea de innovación, Cristina actualmente participa en el proyecto InpAndes: Desarrollo de Innovaciones para la Seguridad Alimentaria y Nutricional en las zonas de integración fronteriza  Perú-Bolivia.

 

Iniciado en enero de este año, al cabo de 24 meses se espera haber beneficiado a 2.000 familias de pequeños productores del altiplano peruano-boliviano en el desarrollo de sistemas de producción basado en papa.

 

“De lo que se trata es de aprovechar estos sistemas para generar políticas y estrategias en ambos países, por separado y en conjunto, de nutrición, seguridad alimentaria y desarrollo productivo-económico, y articular estos logros con el sector salud”, informa.

 

Aprovechando la experiencia adquirida en proyectos anteriores, se buscará articular a los mercados locales a los productores de papas nativas, fortaleciendo sus capacidades de comercialización y contando con clones avanzados proporcionados por el CIP y seleccionados por los propios participantes.Foto Cristina -03

 

Se implementarán campañas de sensibilización en nutrición, alimentación y sobre las ventajas de consumir papas nativas y otros productos andinos. Para este ambicioso proyecto, financiado por  la Unión Europea, se cuenta con una serie de socios, que incluyen desde colegios, centros tecnológicos, universidades hasta programas nacionales y organizaciones de desarrollo de ambos países.

 

“No olvidemos que estamos hablando de una de las zonas de mayor pobreza e inseguridad alimentaria, a pesar de que paradójicamente es centro de origen y biodiversidad de muchos productos andinos. En el altiplano peruano-boliviano se crearon productos como la tunta, y el chuño,  usando tecnologías que aprovechan factores climáticos incluso adversos, como las heladas, y que en la actualidad constituyen alimentos importantes para la seguridad alimentaria y la salud de las poblaciones rurales”, recalca Cristina.

 

“En ese sentido, en el CIP tenemos un compromiso ineludible con los campesinos, enmarcado por nuestra visión y misión. Seguiremos contribuyendo con nuestras investigaciones, nuestras innovaciones y nuestra experiencia para garantizar un mejor nivel de vida para las poblaciones del campo”, concluye.

 

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