La papa (Solanum tuberosum) es un cultivo herbáceo anual que crece hasta 100 cm (40 pulgadas) de altura. A medida que crece la planta, sus hojas compuestas fabrican almidón que es transferido a las terminaciones de sus tallos subterráneos (o estolones). Los tallos se van engrosando para formar unos cuantos o hasta un máximo de 20 tubérculos cerca a la superficie del suelo. El número de tubérculos que llegan realmente a la madurez depende de la humedad y los nutrientes disponibles en el suelo. Los tubérculos pueden variar en forma y tamaño, y normalmente pesan 300 g (10.5 onzas) cada uno.
Al término de la temporada de crecimiento, las hojas y tallos de la planta se marchitan a nivel del suelo y los nuevos tubérculos se desprenden de sus estolones. Los tubérculos sirven después como almacén de nutrientes que le permiten a la planta sobrevivir al frío y más tarde rebrotar y reproducirse. Cada tubérculo tiene entre dos y hasta 10 brotes (u “ojos”), dispuestos en forma de espiral alrededor de su superficie. Los brotes generan rebrotes que crecen como nuevas plantas cuando las condiciones se vuelven favorables nuevamente.
Semillas de papa: Renovando el ciclo
A diferencia de otros cultivos importantes, las papas se reproducen vegetativamente, de otras papas. Por lo tanto, una parte de la cosecha de cada año —entre el 5 y 15 por ciento, dependiendo de la calidad de los tubérculos cultivados— se reserva para su reutilización en la siguiente temporada de siembra. La mayoría de los agricultores en los países en desarrollo seleccionan y almacenan sus propios tubérculos-semilla. En los países desarrollados, los agricultores están más dispuestos a comprar “semilla certificada” libre de enfermedades, de los proveedores.