Las mujeres representan el germen de un sistema alimentario más fuerte para Perú

Los extremos del cambio climático y ahora el Covid-19 han colocado a los agricultores andinos, y especialmente a las mujeres, que ya realizan gran parte del trabajo agrícola familiar, en el punto más extremo del sistema alimentario.

Como guardianas de la nutrición familiar y de la diversidad de los cultivos, las mujeres desempeñan un papel decisivo, aunque poco apreciado, en el sistema alimentario de Perú. Por lo tanto, en cada etapa de la cadena alimentaria hay oportunidades sin explotar para lograr una mayor seguridad alimentaria atendiendo mejor a las mujeres a través de la investigación y la innovación.

Tomemos como ejemplo la calidad de las semillas de cultivos básicos como la papa en Perú. Si bien son ya un cultivo rico en nutrientes, las nuevas variedades son más productivas y proporcionan un mayor rendimiento nutricional, pero su éxito depende de su aceptación por parte de las mujeres, lo que significa que la participación de las mujeres desde el principio es fundamental.

Durante la temporada de cosecha de papa en el Parque de la Papa en Cuzco, Perú, las montañas están salpicadas de agricultores que cultivan papas en todos los tonos del arcoíris. Foto: Sara A. Fajardo / CIP.

Los agricultores que viven en las zonas más alejadas de los Andes, donde los recursos son escasos y las condiciones son difíciles, suelen optar por cultivos que no son necesariamente los más rentables o productivos, pero que pueden resistir mejor los duros desafíos medioambientales a los que se enfrentan.

Mientras que los hombres tienden a elegir cultivos resistentes que aseguren sus rendimientos, las preferencias de las mujeres se decantan más por variedades más fáciles de cultivar, rápidas de cocinar, nutritivas y apetecibles.

Para tener exito, las nuevas variedades de papa deben ser desarrolladas para responder a las diersas demandas. Por ejemplo, las mujeres embarazadas, las que acaban de dar a luz y las que están en edad reproductiva tienen necesidades nutricionales especiales y son más propensas a sufrir enfermedades relacionadas con la dieta, como la anemia. Más de una de cada cinco mujeres en edad fértil en zonas rurales de los Andes peruanos sufre deficiencia de hierro y zinc.

Una solución para satisfacer esta necesidad nutricional es desarrollar una patata biofortificada con hierro. Las nuevas variedades mejoradas de cultivos básicos pueden ayudar a satisfacer no sólo las necesidades nutricionales, sino también las preferencias de las mujeres y las necesidades de cuidado. Por ejemplo, las nuevas variedades que son más rápidas de cocinar reducen la carga de las mujeres para recoger leña para cocinar.

Para satisfacer las necesidades y preferencias específicas de las mujeres, éstas deben participar desde el principio del proceso de diseño, desarrollo y difussion de nuevas variedades y otras tecnologías productivas.

Para involucrar mejor a las mujeres en este proceso, los investigadores tienen que entender mejor y analizar las limitaciones específicas a género que puedan frenar su participación en el desarrollo agrícola. Por ejemplo, es probable que las mujeres hayan tenido menos acceso a educación, lo que puede limitar su participación en un mercado de habla hispana, idioma que los hombres suelen aprender en la escuela.

Los investigadores deben adoptar un enfoque proactivo para fomentar la interacción tanto con mujeres como con hombres, a fin de comprender cómo sus preferencias son influenciadas por factores como género, cultura y contexto; y qué significa esto para el desarrollo de nuevas variedades de cultivos, lo que podría implicar, por ejemplo, el uso de lenguas indígenas para comunicarse mejor con las mujeres.

Por último, las mujeres son un activo enorme no sólo para informar el desarrollo de nuevas variedades de cultivos, sino también para su mejoramiento e introducción en el campo.

Variedades de papa nativas de la región andina. Foto: V. Durroux / CIP.

Para que los científicos agrícolas puedan atender mejor a las agricultoras de pequeña escala, también deben incluirlas en el proceso de investigación y desarrollo. Esta visibilidad contribuirá a generar confianza, motivando a las mujeres a adoptar las nuevas variedades desarrolladas para satisfacer sus necesidades y prioridades.

La voz de las mujeres en el desarrollo agrícola es tan importante para la seguridad alimentaria como el voto femenino para la democracia. Las mujeres representan alrededor de la mitad de los pequeños agricultores del mundo, contribuyendo con casi la mitad del trabajo agrícola y merecen por tanto, más representación en el sector.

Por ello, la Plataforma GENDER del CGIAR está recopilando, mejorando y compartiendo herramientas y enfoques necesarios para garantizar que tanto mujeres como hombres agricultores participen por igual en los esfuerzos de mejoramiento de nuevas variedades, desarrollo nuevas tecnologías y fortalecimiento del sistema alimentario, no sólo en los Andes sino en todo el mundo.

Los retos a los que se enfrentan los agricultores y las familias rurales de los Andes, y de otros lugares, no harán más que aumentar, por lo que es más importante que nunca que utilicemos todo el potencial combinado de mujeres y hombres para transformar los sistemas alimentarios.

Dra. Vivian Polar, especialista en género del CGIAR, Centro Internacional de la Papa (CIP). Ver artículo en El Comercio.
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